martes, 5 de marzo de 2019

¿y cuándo vamos a jugar al lobo?

Bueno pues pasé las primeras tres semanas  de clase con gripe  (normalmente me da gripe cuando me estreso), y llorando cada que iba a la  escuela.
Fueron los días más frustrantes  de mi vida como maestra, nunca me había sentido tan frustrada y sin saber por dónde empezar, lo bueno es que siempre hay ángeles a mi alrededor como mi hijo y mi cuñada, los cuales fueron los primeros en calmarme quitándome presión. Primero mi hijo me dijo, si has enseñado a adolecentes, tú puedes con los pequeñines y mi cuñada me dijo, no te concentres en que todos tienen que salir leyendo perfectamente ese proceso se debe cerrar en segundo.

Bueno, ahora un poco, pero solo un poco más relajada me concentré en la tarea de enseñar, pero nadie nos  dijo que la atención de los niños va de acuerdo a su edad. Con lo anterior quiero decir que la concentración de los peques de entre 5 y 6 años de edad  es  de entre 12 y 30 minutos, después de eso cambian su atención hacia otra cosa. O sea mi reto era que algo pudieran retener en ese lapso de tiempo, después ya los había perdido.

Además otras maestras con más experiencia en  primaria me dijeron que es difícil el cambio porque los peques están acostumbrados a las áreas de juego que han tenido en el kinder y a jugar básicamente, por lo que les cuesta trabajo pasar tiempo haciendo tareas como es hacer letras o palabras.

Era divertido ver sus evaluaciones o sus dictados, escribían o dibujaban cosas tiernas, algunos ya habían logrado la habilidad de la  escritura pero la gran mayoría no.Tuve que aprender también el proceso de escritura y como poder saber en que etapa estaban y así saber que  tenían que reforzar. Ellos se la pasaban haciendo garabatos que se supone eran nombres y hasta historias. O sea les dices escriban elefante y te lo dibujan ¡Oh Dios!

Fue todo un aprendizaje comenzar en primer año y  ver la evolución de esos pequeños monitos que se columpiaban en las bancas, se empujaban y tiraban pero al final jugaban  juntos.

Cambiando de tema hubo una época  en la que se les ocurrió jugar a pedradas y bueno, después de varios lesionados se les prohibió jugar a aventarse cosas, no rocas, ni semillas de almendro etceterá. Bueno pues en un recreo de tantos me traen al más pequeño del salón(pero no el más inocente), llorando y con un chipote con sangre  en la cabeza.  Llamé a mi traductor oficial y a la maestra de primeros  auxilios y procedimos a curarlo al mismo tiempo que investigábamos qué había pasado.

El herido empezó a hablar y en su media lengua me dijo que otro compañero le había pegado con una piedra, lo que no entendía me lo decía su amiguito (mi traductor), en eso llega la abuelita que trabajaba en la cooperativa y ve a su chiquitín todo mallugado, ya era todo un caso.

Me trajeron al niño que había aventado la piedra y me dijo que el pequeñín también estaba jugando, mire al peque y le pregunto  - ¿también estabas jugando con piedras? - y  me responde muy firme ,- ¡no! ¡con palos! -  ,su abuelita solo movió la cabeza de una lado hacia el otro.

Cada día era una aventura y algo nuevo por aprender, no puedo decir que no fue duró pero fue muy educativo, observar la manera en la que se desenvuelven los niños, cómo piensan , cómo van desarrollándose fue muy instructivo.

¿Dónde se les baja la velocidad a estos niños? ¿Se pueden programar?




No hay comentarios:

Publicar un comentario